El primero de Diciembre de 1984, científicos de la NASA y la fuerza aérea de Estados Unidos estrellaron un avión de pasajeros en el desierto a propósito. La intención fue la de realizar un experimento para probar un nuevo aditivo para el combustible que podría reducir potencialmente los riesgos de incendio en las catástrofes aéreas. El aditivo llamado FM-9 mostró resultados prometedores en impactos simulados pero este tipo de prueba en la vida real fue necesario.
La agencia espacial se hizo con un Boeing 720 para el proyecto y lo llevó a la base aérea Edwards de la fuerza aérea en California. Estrellar un avión es una oportunidad muy rara, por lo que además de las pruebas sobre el nuevo aditivo para el combustible, los científicos añadieron además diferentes tipos de instrumentos en la cabina para otros experimentos de supervivencia que fueron desde nuevos asientos, espacios para equipajes y materiales a prueba de fuego.
Luego de 14 pruebas preliminares, el avión controlado de forma remota, despegó para su vuelo final en la mañana del primero de Diciembre con una carga completa de combustible con el mencionado aditivo. Luego de un vuelo de 9 minutos el piloto remoto se puso en ángulo hacia la zona designada para estrellarse, el plan era el de carretear unos segundos en la pista hasta chocarse contra unos postes de metal que se encargarían de cortar las alas y dejar el fuselaje intacto, hubo algunos errores de precisión que se arreglaron antes de aterrizar hasta que finalmente se dio.
Como podemos ver en las fotografías que acompañan esta entrada, el experimento no fue tan bien como se esperaba al menos para el aditivo que aunque se argumentó que las llamas fueron menores de lo que hubiera sido SIN el aditivo, la fuerza aérea abandonó los esfuerzos sobre este componente nuevo. Los investigadores estimaron que quizás un cuarto de los pasajeros podrían haber sobrevivido con este impacto con una ventana de 30 segundos para escapar del fuego.
Por otro lado, los experimentos de seguridad en la cabina resultaron fructíferos y es que los científicos pudieron conseguir información complicada de supervivencia que ayudó a la fuerza aérea a mejorar e introducir nuevos estándares de seguridad, como por ejemplo la inclusión de materiales más resistentes al fuego y una mejor iluminación en el piso de la cabina.